Hoy es de esos días que parecen buenos para hacerlo todo.
Para levantarse temprano y saber que puedes dormir un momento más, pero no hace frío y tienes esa energía que te da la juventud, el día está nublado, ¡pero no parece tan nublado!, no va a llover y se te antoja ir a correr en la playa, pero al levantarte descubres que estás sola en casa, y la música a todo volumen parece un mejor panorama.
O quizás algo más sencillo. La tontorrona que te mira desde arriba que aún se resiste ante tus manos, y te mantiene en la pregunta: ¿es tan difícil tocar la guitarra? Te respondes a ti misma que quizás no sea uno de tus talentos nada más, pero de todas formas anotas en tu cabeza el intentarlo una vez más.
No sé si el día esté bonito, pero se siente tan bien, que dan ganas de intentar cosas, de probar lo nuevo, sentir alegrías que no habías sentido antes. Cosas pequeñas cobran más sentido que en otros días, las manos cálidas, abrir la ventana y que el aire del mar te llegue en la cara, caminar en pijama por el pasillo, una ducha tibia, desayunar, hacer un zapping por canales que nunca habías visto, decidir una vez mas que la tele es mala y no vale la pena y poner música...
No creo ser tan optimista como para pensar que todos los días debiesen ser así, tampoco quiero que todos los días sean así, pero que bien haber despertado temprano hoy, que fresca se siente la mañana, y que esperanzas de tener buenos tiempos. Quizás esa sea la conclusión, el día se ve lleno, no de nubes o de ganas, sino de esperanza.
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